viernes, 28 de agosto de 2009

Capítulo 4: El profesionalismo en las Relaciones Públicas

Como en toda profesión sus participantes, según la formación que han obtenido, deben de guardar una ética profesional y saber desenvolverse dentro de ella conforme a los valores inculcados.

Algunos profesionales creen que sólo unas directrices profesionales pueden distinguirlos de los publicists y agentes de prensa. Pero son muchos más quienes cuestionan si las Relaciones Públicas son o pueden ser una profesión.

Los nuevos profesionales experimentan el tirón de dos lealtades: la lealtad hacia la organización para la que trabajan y la lealtad para la profesión de la que obtienen sus valores y pericia. Por consiguiente los profesionales tienen más autonomía para actuar como ellos desean en lugar de como desea la organización para la que trabajan.

Los profesionales, en particular, creen que servir a los demás es más importante que su propio beneficio económico. También valoran mucho la autonomía. Prefieren la libertad de comportarse de la forma que piensan que es la correcta a las recompensas que pueden obtener por acutar de acuerdo con criterios ajenos.

Hoy en día los auténticos profesionales de las Relaciones Públicas son, con razón, muy sensibes a la ética. Mucha gente asume de forma automática que una conducta nada ética forma parte de la práctica de las Relaciones Públicas. Así pues los verdaderos profesionales hacen lo imposible para demostrar que actúan éticamente.

La profesionalidad del sector queda a desición de cada uno, si se elige la estructura profesional de las Relaciones Públicas para convertirse en un profesional, puede añadirse así un profesional más al sector. Cuando la mayor parte de los individuos que la practican alcancen el estatus profesional, las Relaciones Públicas tendrán la cualificación necesaria para ser una auténtica profesión.


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